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Autocuidado en cuarentena: Me cuido para cuidarte


A inicios de esta semana me sentí sobrepasada. Eran las 11 de la noche y no había tenido ni un minuto del día para mí. Ni un sólo minuto para sentarme, sin hacer nada, leer un libro o tomarme una taza de té tranquila, sin preocuparme de otra cosa. Nada! Partí mi día temprano, como suelo hacerlo. Pero no hice mi rutina de siempre. No hice mi meditación, tampoco hice ejercicio. Me fui directo a hacer desayuno, imprimí los calendarios para las clases online de mis niñas, tuve reunión de inicio de semana con mi equipo (porque además de mis dos niñas, tengo 9 personas adultas a mi cargo que son más demandantes que mis hijas!) y no paré de estar en reuniones.


Llegó la hora de almuerzo; me puse a cocinar, las niñas pusieron la mesa como siempre lo hacen, además de hacer sus responsabilidades de la casa. Lavé los platos cuando terminamos, me hice un agua de manzanilla, seguí trabajando... eran casi las 6 de la tarde! Las clases de violín empiezan a las 6! Tengo que afinar los violines, me hice una taza de té apurada, casi automático; terminamos la clase, ordenamos todo para el día siguiente. Hay que hacer la comida, las niñas ponen la mesa, hay que lavar más platos, hay reunión del colegio, tengo que planchar... No alcanzo a dejar el living y el comedor ordenado para mañana, me siento fallando (¿fallando en qué? No sé, pero tengo esa sensación de no estar haciendo bien las cosas). Decido que me voy a acostar, aunque no esté todo ordenado, porque son las 11 de la noche y necesito un respiro! Me acuesto con una sensación de apuro, de temas pendientes, cero relajo. Siento que no puedo descansar bien.


Día siguiente. Despierto enferma! Mal. Jaqueca nivel “me quiero morir”, náuseas, muerta de frío, ando tiritando, corrí mis reuniones de la mañana para la tarde. Decido que no me voy a levantar y apago mi teléfono porque son las 6 de la mañana y quiero dormir un rato más.


Despierto cerca de las 9. Sigo sintiéndome horrible. No valgo nada. No puedo cuidar a mis niñas así; ni menos, trabajar. Ni siquiera pienso bien! Lo único que se me ocurre es llamar a mi mamá. “Mami, ayuda! ¿Puedes venir, porfa? No tengo fuerzas para cuidar a las niñas hoy...me siento horrible”. ¡Gracias, Mamá!


Todo esto tuvo que pasar para que hiciera una pausa. Fue una pausa obligada que me costó más caro que haber respetado mis necesidades, haber puesto atención a mi cuerpo y haber bajado mi carga de trabajo y exigencias. No se imaginan lo molesta que me he sentido, conmigo misma, todos estos días, porque estoy consciente de la importancia del autocuidado y hace mucho tiempo que lo tengo incorporado en mi vida; pero, las últimas semanas, elegí priorizar otras cosas y no a mí. Dejé pasar más de dos semanas sin cuidarme; sin darme espacio para una pausa, asumiendo más carga de la que podía sostener y me pasó la cuenta.


Así como yo viví un momento estresante gatillado por exceso de trabajo (en el sentido amplio de la palabra), hay muchas fuentes de estrés con las que tenemos que lidiar diariamente. Por ejemplo: situación de pandemia, incertidumbre, encierro, conflictos con la pareja, conflictos sociales, problemas de conducta de nuestros niños, problemas de salud, pocas horas de sueño, mala alimentación, etc.


Por eso, el ser capaces de priorizar nuestro bienestar físico, emocional, intelectual y espiritual es un acto compasivo y generoso hacia nosotras mismas, que debe estar instalado, como un hábito, en nuestras vidas.


“El autocuidado personal y emocional es son el conjunto de acciones que una persona emprende, de manera consciente y deliberada, en beneficio de su salud y su bienestar” (wiki)


El autocuidado es un tema del cual se habla mucho, pero está poco presente en nuestras vidas. De alguna manera, entendemos que no podemos cuidar a otros si no cuidamos de nosotras mismas, pero nos cuesta encontrar momentos para dedicarnos a nosotras. Algunas incluso sienten que se trata de un acto egoísta, pero la verdad es que está bastante lejos de serlo y, muy por el contrario, es un acto tremendamente generoso no sólo hacia nosotras sino hacia quienes dependen de nuestro cuidado ya que estaremos seguras de entregarles lo mejor de nosotras.


Pero, ¿por qué es tan importante cuidarnos y preocuparnos por nuestro bienestar?


Principalmente, porque nos hace más resilientes y nos permite aumentar nuestras percepciones positivas y sentido de satisfacción. Podemos tener un enfoque optimista ante las cosas, tenemos más energía, estamos menos irritables y podemos responder mejor y de manera más sensible, evitando gritos o respuestas poco racionales hacia otros, especialmente hacia nuestros niños. Estamos más “en control”.


“La compasión por los demás comienza por la amabilidad hacia nosotros mismos “

Pema Chodron


En medio de la vorágine del día, se hace difícil encontrar espacios de autocuidado, pero incluso yo, con mi momento estresante a cuestas, debo reconocer que es posible tener una rutina de autocuidado, sobretodo cuando tus días son altamente exigentes. Debo reconocer que he tenido días igualmente estresantes como les conté al inicio de este post, que he logrado “pasarlos” sin sobresaltos porque he priorizado mi bienestar y he instalado prácticas de autocuidado en mi día a día. Esto hace toda la diferencia! El secreto está en ser consistentes y no priorizar otras cosas (que fue el error que yo cometí).


A continuación, les comparto algunas prácticas de autocuidado que pueden ir incorporando en su rutina diaria. Claro que estas no son las únicas y pueden haber otras estrategias que ustedes utilicen y que, idealmente, puedan compartir con nosotras en este post.


Como todo hábito, toma tiempo instalarlas y hacerlas propias. Pero, también, como todo hábito, hay que empezar de a poco y muchos expertos sugieren que 2 minutos diarios, son suficientes para instalar un nuevo hábito y, desde ahí, puedes ir construyendo una rutina que te guste, que te haga sentir bien y que se adapte bien a tu estilo de vida:


  • A pesar de estar en cuarentena, podemos tener una rutina de ejercicios que no nos quite mucho tiempo y que nos sirva para mantenernos activas y alerta. Dependiendo del estilo de ejercicios que te gusten, puedes encontrar rutinas de yoga de 5 minutos, rutinas de Tabata de 4 minutos o rutinas de baile que, además de ser un buen ejercicio, te van a hacer sonreír :)



  • Cuidar nuestras horas de sueño es otro aspecto importante, porque es nuestro descanso necesario y debe ser reparador. Priorizar nuestro sueño, es clave para nuestro bienestar. Protege estas horas!


  • Tomar una taza de té o sentarnos a leer un libro, son actos simples que podemos instalar durante el día. El objetivo es disfrutar estas experiencias, evitando que nuestra mente se ponga a pensar en otras cosas. Esto es lo que el mindfulness denomina “disfrutar el momento presente” y lo podemos practicar en cualquier cosa que hagamos.



  • Si te gusta el arte, puedes pintar con acuarelas, dibujar, pintar mandalas...lo que me gusta de estas actividades es que podemos hacerlas con nuestros niños y disfrutar ese momento juntos. La idea es que sea una pausa y, mejor aún, si nos sirve como momento de conexión.



  • Una ducha tibia al finalizar el día puede ser un momento que marca la transición entre nuestra jornada de trabajo y nuestro momento de descanso. Puedes poner música o encender una vela y así lo transformas en un momento especial, para ti!



  • Llamar a una amiga o pertenecer a alguna comunidad son espacios que nos permiten compartir experiencias y, eventualmente, recibir el apoyo de otros.


  • Si te gusta pasar tiempo sola, también es una práctica de autocuidado y, mejor aún, si puedes incluir la gratitud. Una forma de hacerlo es mantener una bitácora o journal en el cual puedas escribir todo aquello por lo que estás agradecida. Pueden ser momentos que pasen desapercibidos o que estés tan acostumbrada que te olvidas de agradecer, como un abrazo, una sonrisa, una palabra o gesto amoroso que alguien tuvo hacia a ti. El poder reconocerlos y sentir gratitud, contribuye a tu bienestar.



  • La meditación es una de mis prácticas favoritas. Es lo primero que hago al empezar el día y dedico, al menos, 20 minutos cada mañana. Muchas personas sienten que es difícil meditar o no saben cómo empezar, por lo que recomiendo buscar una práctica guiada de 5 o 10 minutos. Además, es importante desmitificar un punto importante: meditar no se trata de dejar la mente en blanco. Al revés! Se trata de poner atención al momento presente y si, durante la meditación, notas que tu atención se desvía, lo que importa es que puedas darte cuenta y volver a enfocarte en el momento presente. Puedes enfocarte en tu respiración o en los sonidos del ambiente.




“No puedes parar las olas, pero puedes aprender a surfear” Jon Kabat-Zinn


Estas son algunas de las estrategias que quise compartir con ustedes y que, espero, se animen a ir instalando en su día a día. Les puedo decir, por experiencia, que tienen un tremendo valor y que si las perdemos de vista, nuestro bienestar se verá fácilmente afectado. Pero, si tienes una práctica diaria de autocuidado y viene una “tormenta”, te será más fácil salir de ella.


Si al igual que muchas de nosotras, trabajas tiempo completo y estás sin ayuda durante este período de pandemia, intenta reservar espacios para ti al empezar el día. Vale la pena levantarse unos minutos más temprano y regalarte esos momentos. También, espero que te animes a buscar momentos de calma junto a tus niños. Así, les muestras la importancia de cuidarnos a nosotros mismos y atender a nuestras necesidades.


Leer juntos, pintar o, simplemente, sentarnos en el suelo a conversar o jugar, también pueden ser momentos que disfrutes durante el día y les regales tu atención plena (mindfulness).





“La mejor manera de cuidar el futuro es cuidar el momento presente” Thich Nhat Hahn





Imágenes extraídas de la web, bajo licencia CreativeCommons




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